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Esta sección se va completando con el desarrollo del taller. El material que la integra tiene relación con las necesidades que van surgiendo y por lo tanto se actualiza constantemente. Está aquí y ahora para servirte de soporte.

Foucault, Michel

“El Uso de los Placeres y El Cuidado de Sí” constituyen una historia del hombre de deseo que parte de la pregunta: ¿por qué en la Antigüedad grecorromana el comportamiento sexual fue objeto de una preocupación moral, precisamente allí donde no regía el sistema de prohibición alguno, sea por código religioso o político? La historia de los sistemas de moral, que había de hacerse a partir de las interdicciones impuestas a la sexualidad, queda sustituida por una historia de las problematizaciones éticas hecha a partir de las prácticas en sí. Guiado por la inquietud de definir las estrategias de poder inmanentes a la voluntad de saber en lo que al sexo se refiere, Foulcault desafía a la “hipótesis represiva” inspirada en la moral del Siglo XVII. Alega que si bien la represión constituyó el modo en el que se relacionaron poder, saber y sexualidad, caben aún preguntas en cuanto a si la represión del sexo es una evidencia histórica, o si la mecánica del poder pertenece sólo al orden de la represión. Estos interrogantes no intentan demostrar la falsedad de la hipótesis represiva, sino más bien advertir de que nuestro discurso sobre el sexo, institucionalizado a partid del Siglo XVIII por la pedagogía, la medicina y la justicia, se sostienen gracias a instancias de poder dispuestas para hablar de él. A partir del siglo XIX estas mediaciones de control se perfeccionan en una terapéutica.

Renacimiento inglés: definición del período en relación con las otras manifestaciones europeas. 

Ante el clasicismo que caracterizó a la Edad Media, el Renacimiento tiene un carácter de reacción. Numerosos hechos políticos y sociales lo motivan, y se extiende entre los fines del siglo XIV hasta mediados del   XVI por toda Europa, culminando con un cambio trascendental en la cosmovisión del mundo y una renovación en las ideas, que se expresa en todas las manifestaciones artísticas. Se inicia en Italia, donde se retoman textos griegos o se difunden (con la toma de Constantinopla por parte de los turcos) aquellos no conocidos en occidente. La corriente Humanista es su primer exponente, donde confluyen tanto las disciplinas de la belleza como de la ciencia, citando como ejemplos sólo algunos de ellos: Miguel Ángel fue pintor y escultor, Rodolfo Agrícola fue filósofo, poeta, pintor y músico, Leonardo da Vinci fue artista, científico e ingeniero. Se abandonan los temas hieráticos tratados hasta entonces, imitándose los modelos antiguos que tienden a retomarse pero con cierta originalidad; sufriendo al mismo tiempo la influencia de los descubrimientos – tanto de nuevos territorios a través de los viajes de Colón y los sucesivos emprendimientos desde otros países -  como de los logros científicos, entre ellos la imprenta. La mirada de vuelve hacia la belleza de la naturaleza, al mismo tiempo que la mitología vuelve a la poesía, se acrecienta el uso de la prosa que permite la circulación de textos filosóficos latinos y griegos pero libremente interpretados. Se aceleran el comercio y las comunicaciones,  la difusión de las ideas, y los logros de la ciencia. Caída la jerarquía feudal, y en formación las nacionalidades, el uso de las lenguas propias desplaza a los dialectos y posibilita la circulación de los saberes entre los individuos, tomando importancia la didáctica.

La literatura inglesa, a diferencia de los movimientos italianos, está sometida a dos cuestiones importantes que deben resolver: la unidad del territorio – y en consecuencia de la lengua -  y la unidad religiosa. Por lo tanto, el aspecto religioso demora en ser trasladado del interés de las obras. En pugna la cuestión católica-protestante, se observa en principio una actividad de traducción (relacionada con el privilegio del uso del idioma propio): William Tyndale en 1525 traduce al inglés una versión luterana del Nuevo Testamento y en 1535 Miles Coverdale trabaja sobre el Antiguo Testamento. La importancia gira en torno a la difusión de las ideas protestantes en el territorio. Asimismo, si bien importan el soneto petrasquesco, evitarán las imitaciones francesas del mismo pero sí estará entrecruzado en la etapa conclusiva del renacimiento  por las obras ya en circulación en las literaturas tanto de Francia como de Italia.

Hamlet: Acto II.

 Distintos niveles de discurso en el acto II: el discurso de Polonio y el de Hamlet.  

Los recortes que cada discurso hace de la realidad es aquello que va a diferenciarlos, el de Hamlet tiene una doble significación, hacia la obra y hacia fuera de ella, bascula todo el tiempo entre el drama y los interlocutores de la obra; en cambio el discurso de Polonio está enraizado en el discurso gobernante, oficial en un doble sentido, por un lado hacia el Rey, el siempre fiel Polonio (lo que enorgullece a Polonio es una cárcel para Hamlet que no le reconoce los límites) y por otro lado en cuanto a las creencias dominantes (de carácter medievales) como por ejemplo naturaleza humana que retoma Hamlet para despreciarla, revalorizarla, o por lo menos cuestionarla irónicamente: “tía madre, padre tío” enturbiada por las pasiones. Es decir, el de Polonio, pareciera, es un discurso de intenciones con las cuales pretende circunscribir la realidad, trata de definirla, ya sea tanto en sus opiniones como en cuanto a sus límites y contornos, busca medios para lograr un fin. Es hábil en el manejo del lenguaje en tanto disimule su intención, juega con la noción del ser y el parecer en la lengua, mediante “rodeos y embistiendo de soslayo” (para saber de su hijo por ejemplo). Para Hamlet la duda arma su realidad, es decir, observa desde puntos contrapuestos, en paralelo, elucubra, esa realidad cuyos rasgos se le escapan todo el tiempo, se pregunta;  y esto podría ser la locura que ve Polonio cuya interpretación de la realidad es casi unívoca. Hamlet está usando las nociones del ser y el parecer en un nivel que Polonio no puede descifrar, además, claro, de llamar así a aquello que se le filtra, la locura es un defecto con causa y efecto (creencia: locura por amor no correspondido, un tópico; en Hamlet ven a otro.) 

Polonio por otra parte es conciente de su lugar y de su rol, Hamlet pone en debate esos valores, de hecho es un heredero al trono cuya corona ha sido usurpada por su tío, y no forma parte esa situación de sus elucubraciones; los lugares y los roles que Hamlet está poniendo en duda revisten carácter universal. Por una parte Polonio es capaz de definir al teatro de acuerdo a los géneros (forma), en tanto Hamlet está interesado por el contenido de la obra.

Tenemos frente al discurso precedible, esperable y sostenido en su propia palabra reflejo de sus actos en Polonio el discurso lleno de dudas de Hamlet (dudas, certezas que no llegan), el primero busca la verdad en la observación y el segundo en los afectos producidos por una representación, a diferentes discursos, diferentes teorías sobre la búsqueda de la verdad como absoluto. Las dudas de Hamlet que dejan mal parado a Polonio en un juego de palabras, donde de hecho hace uso de las distintas acepciones que puede tener cada vocablo, muestran en éste un método, un “algo” que se le escapa. La actuación de Hamlet todavía no tiene un público que la comprenda, juega con los actores que entran en escena y con lo que le contaron, con su propia introspección.

Entonces, podemos decir que el discurso de Polonio intenta buscar la verdad relacionando las palabras con las cosas, causas y orígenes, casi de carácter tangible, discurso que intenta captar y explicar la verdad; en tanto  el discurso de Hamlet establece un relación palabra – palabra, vida como representación, sentido. Dudad de las creencias de la época y no de lo que siente (carta), quizás los románticos vieron en esto un rasgo propio.

Sobre el cuento de Horacio Quiroga “El vampiro”.

EL cuento aparece publicado en 1926, en el diario La Nación, si bien existen otros cuentos con el mismo nombre que no ha podido comprobarse si se tratan de versiones distintas o de historias diferentes que comparten el título.

Como contexto histórico, podemos mencionar que en ese año Horacio Quiroga regresa a Buenos Aires luego de unas vacaciones en Misiones y se instala en una casa que alquila en Vicente López.  La editorial Babel publica un “Homenaje a Horacio Quiroga” con colaboraciones de Benito Lynch, Juana de Ibarbourou y otros. Se publica su libro “Los desterrados”. En ésta ciudad capital el  radicalismo yrigoyenista triunfa en los distritos más importantes. En tanto, el Congreso sanciona varias leyes trascendentes. Entre ellas, la que reconoce derechos civiles a las mujeres. Este tema del rol desempeñado por las mujeres como problemática a debatir en el imaginario social es importante tomarlo en cuenta, debido a que en esta narración (que se considera como antecedente de “La invención de Morel” de Bioy Casares) como en “El espectro”, el personaje que invoca el maleficio, la relación con el lado oscuro por decirlo de algún modo, es llamativamente un personaje femenino. Y estas mujeres no solo van a modificar la mirada de los narradores de ambas historias, sino que torcerán sus destinos, e incluso podríamos pensar que fragmentarán su conciencia.

Las historias sobre vampiros mujeres ubican a estos personajes ligados a la nobleza, siguiendo las líneas trazadas en el origen del legendario  Conde Drácula. En la literatura del cine, las principales antecesoras son la condesa Elizabeth Bathory (versión húngara de Gilles de Rais), condenada a cadena perpetua en su propio castillo en 1611 por el crimen de casi trescientas doncellas, a quién se las sometía a diferentes torturas para obtener sangre con la cual esta aristócrata tomaba baños y se alimentaba. En los films proyectados, por vez primera cambia el sexo del vampiro con la condesa Marya Zaleska,  miembro de la elite londinense, quién no es más que la hija del famoso aristócrata transilvano; lo cual nos es revelado a mitad del (breve) metraje, aunque sus afición al esoterismo y la brujería -y, por supuesto, el título- hacían sospechar ya dicha relación. El malvado Zaroff, amante y criado de la protagonista, acaba mediante una flecha lanzada al corazón, con la vida de la hija de Drácula. Otro detalle interesante es que esta primera vampiro ya tiene, como todas las vampiros que le sucederán en la pantalla, evidentes inclinaciones lésbicas; aunque, dada la fecha de producción, éstas estén simplemente insinuadas. La película se estrenó en Estados Unidos en 1926, realizada y producida por los estudios Universal ( con la Dirección de Lambert Hillyer, las interpretaciones de Gloria Holden, Edward van Sloan, Marguerite Churchill, y otros.)

El cine es uno de los intereses más pronunciados de H. Quiroga, quién por aquellos años desarrolla una labor de crítico para la revista Atlántida. Nuevamente se puede relacionar éste relato con “El espectro”, ambos de temáticas encuadradas en el hecho fílmico, por el cine sonoro y la relevancia de la imagen como principal elemento del lenguaje. Algunos de sus cuentos constituyeron el argumento del film “Prisioneros de la guerra”, de 1938, cuyo realizador fue Mario Soffici.

En el texto de “El vampiro”, Quiroga respeta los características propias de los personajes del género: el narrador que participa de la historia casi exclusivamente como observador de los hechos, y no como causante de ellos, es un hombre ligado a las ciencias (el Sr. Grant). Por otra parte, aquel que será víctima del ser sobrenatural, si bien llega hasta él por su propia invocación es un hombre no sólo adinerado sino culto. Lo describe con las particularidades que resultan análogas al habitante de un castillo en Transilvania: ...“un hombre en la segunda juventud...Peinaba su cabello negrísimo con exacta raya al costado,  y su mirada tranquila y fría...” Como en los films del género, el Sr. Guillén de Orzúa y Rosales se contacta con el narrador por medio de esquelas, hasta despertar la  curiosidad por conocerlo, hecho que concluye con la aceptación natural de Grant a la entrevista que le propone. Hasta aquí, haciendo las veces de una introducción a la historia que efectivamente Quiroga va a contar, menciona reiteradamente la palabra “muerto”, hace referencia a “tumba viva”, los efectos negativos de la “luz” y sobre el “fantasma de una mujer”. Estas palabras exceden el significado atribuido en el diccionario, por mencionarlo en un modo reduccionista, llevando al lector al clima propicio para desarrollar una narración teñida por lo sobrenatural, lo oscuro, lo lúgubre y lo tenebroso. Y el personaje relevante en éste paso, en éste transcurrir de un mundo al otro, de una dimensión a otra, es una mujer, que no tiene nombre durante toda la historia, como quizás anticipando que su figura representa aquello innombrable.

La primer visita del Sr. Grant a la morada del Sr. Rosales (como abrevia el narrador) nuevamente está construida por Quiroga con imágenes muy fuertes como “ ...demasiado silencio y olor a crimen...”, “...inquietar fuerzas extrañas...”. La ambigüedad en la verosimilitud de su origen que el Sr. Rosales intenta justificar ante el narrador es tomada por éste al señalar que...”sin ser español porfiaba en usar giros hidalgos del lenguaje...” La posibilidad que ambos cuentan en su haber para relacionarse estrechamente es la discusión (empírica en algunos momentos) sobre los alcances del los rayos N¹, los cuales cuentan con posibilidades de materializar el espectro de una persona: “... en el momento en que la cinta empieza a correr bajo la excitación de la luz...toda ella se transforma en un vibrante trazo de vida, ...” Existe una clara relación con el otro cuento de Quiroga “El espectro “ que mencionamos anteriormente:...”Hay leyes naturales, principios físicos que nos enseñan cuán fría magia es ésa de los espectros fotográficos danzando en la pantalla, remedando hasta en los más íntimos detalles una vida que se perdió. Esa alucinación en blanco y negro es sólo la persistencia helada de un instante, el relieve inmutable de un segundo vital. Más fácil nos sería ver a nuestro lado a un muerto que deja la tumba para acompañarnos, que percibir el más leve cambio en el rostro lívido de un film”... En ambos relatos, los personajes son dos hombres y una mujer, ligados al cine, y cuyo conflicto es ésta posibilidad de sortear, de un lado a otro, el umbral que presenta el cine, de la muerte a la vida, de una dimensión a otra, el pasaje de un nivel a otro. La historia está recorrida por la obsesión que representa la conciencia de la posibilidad, a elección, estar en un lado u otro.

Podríamos asimismo, apelando a una lectura psicoanalítica, estimar que la sangre, mencionada con rol propio en las historias de vampiros,  representa una lectura posible sobre el transcurrir, el trascender, lo no estático. Quiroga toma ésta idea sobre el final, cuando por una parte la tragedia alcanza su máximo tono con la muerte trágica del Sr. Rosales, producto de su obsesión (hecha carne finalmente en esta mujer no pasible de nombre), sin sangre en su cuerpo (sin posibilidad de transcurrir), y con el paso de un fuego (¿purificador?) que abrasa las películas.

No es posible dejar de mencionar el carácter autómata del narrador (poseído por el maleficio), quién sin razón aparente respecta las citas a cenar. En “El espectro”, el narrador respeta las citas para el cine, con el mismo carácter no conciente.

Como mencionamos precedentemente, en ambos cuentos el crimen se construye como una salida posible, como una opción válida; y el personaje que lo lleva a cabo busca la correlación de una muerte en la otra esfera sobrenatural, lo que desencadenará la muerte en el mundo de los no-vivos.

 

 

 

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